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¡Este año sí que me pongo! Tengo un montón de propósitos para el Año Nuevo que entra…

El cambio de año conlleva consigo la tradición arraigada de establecer nuevos propósitos, una práctica que refleja la aspiración universal de mejorar y evolucionar. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que acompañan a estos objetivos, no es raro que muchos se encuentren desviándose del camino trazado después de unas pocas semanas. ¿Por qué esta desconexión entre la intención y la acción?

La respuesta puede encontrarse en la dificultad que enfrentamos al mantenernos comprometidos con nuestros propósitos a lo largo del tiempo. Es un fenómeno común observar cómo las intenciones de Año Nuevo, inicialmente llenas de entusiasmo, se desvanecen gradualmente, dejando a su paso una sensación de decepción y autoexigencia. Pero, ¿cuál es el factor que subyace  en este proceso? 

Explorando el descontento

En nuestra travesía por la vida, nos encontramos con momentos de descontento, una sensación de insatisfacción que puede surgir incluso cuando aparentemente poseemos todo lo que queremos. Este descontento puede manifestarse de diversas maneras: tal vez sintamos que falta algo en nuestro ámbito de trabajo, nuestras relaciones personales o incluso en el entendimiento que tenemos de nosotros mismos.

Paradójicamente, este descontento puede ser un indicador poderoso de la necesidad de cambio y crecimiento personal. La incomodidad que experimentamos en estos momentos no debe ser vista como un fracaso, sino como una señal de alerta de que hay aspectos de nuestra vida que requieren exploración y atención.

La insatisfacción, lejos de ser un obstáculo, puede ser una puerta abierta hacia el autoconocimiento. Es en estos momentos de reflexión y cuestionamiento donde tenemos la oportunidad de indagar más profundamente en nuestras aspiraciones, valores y deseos más auténticos. Al reconocer el descontento como un llamado a la acción, podemos iniciar un viaje de autodescubrimiento que va más allá de las expectativas externas y se sumerge en la esencia misma de lo que queremos lograr.

Este proceso puede implicar hacer preguntas difíciles: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Cuáles son mis verdaderos valores y metas? ¿Estoy viviendo la vida que me gusta? Al explorar estas preguntas, no solo identificamos áreas de mejora, sino que también empezamos a comprender mejor quiénes somos y qué nos impulsa.

Expectativas irrealistas y bienestar emocional

Cuando nuestras expectativas son desproporcionadas o inalcanzables, creamos un terreno fértil para la frustración y la decepción. Al aspirar constantemente a estándares poco realistas, corremos el riesgo de establecer metas que, en lugar de motivarnos, generan ansiedad y desánimo. Esta desconexión entre lo que esperamos y lo que realmente podemos lograr puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar emocional, contribuyendo a sentimientos de malestar y autoexigencia.

Cuando establecemos metas ilusorias, nuestra autoevaluación tiende a centrarse en lo que aún no hemos logrado en lugar de reconocer nuestros logros y progresos. Y esto puede llegar incluso a minar nuestra autoestima.

Los propósitos de Año Nuevo, a menudo formulados con la intención de mejorar nuestras vidas, pueden estar fuertemente vinculados a estas expectativas. La promesa de un nuevo comienzo puede llevar consigo el deseo de lograr cambios significativos en un corto período de tiempo. Sin embargo, cuando estos propósitos no se alinean con nuestras circunstancias y capacidades reales, corremos el riesgo de establecer expectativas poco realistas, alimentando el ciclo de descontento y autoevaluación negativa.

Adaptar nuestras expectativas significa ser más realistas y comprensivos con nosotros mismos. Darnos cuenta de que crecer personalmente lleva tiempo y que es mejor establecer metas alcanzables, nos ayuda a plantear propósitos que realmente podamos lograr a largo plazo. Este ajuste no solo mejora cómo nos sentimos emocionalmente, sino que también nos hace sentir más seguros al valorar los pequeños avances hacia cambios positivos. En resumen, se trata de equilibrar nuestras metas ambiciosas con la aceptación de dónde estamos ahora, lo que nos permite avanzar hacia nuestros propósitos con una mentalidad más sana.

Propósitos más allá de lo superficial

Establecer propósitos va más allá de la creación de metas superficiales. Se trata de identificar y comprometerse con metas que conecten con nuestros valores más profundos, metas que nutran nuestro crecimiento personal y bienestar emocional. Por ejemplo, en lugar de simplemente proponerse perder peso, un propósito significativo podría ser adoptar un estilo de vida saludable que promueva la vitalidad y el equilibrio emocional.

Algunos propósitos con significado podrían ser: establecer límites saludables, aumentar nuestro crecimiento personal y emocional, crear rutinas saludables, aprender técnicas de manejo del estrés, desconectar digitalmente…

Recuerda que en Dilo Psicólogos estamos aquí para apoyarte en tu viaje hacia el bienestar emocional. Si necesitas orientación, asesoramiento o simplemente alguien con quien hablar, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estamos comprometidos a ofrecer el apoyo necesario para que alcances tus metas de salud mental y vivas una vida más plena. 

Disponemos de un Bono de Bienestar Emocional que puedes regalar a tus seres queridos para que puedan cuidarse en este nuevo año.

Queremos escuchar tus propósitos para el Año Nuevo y tus experiencias en el camino hacia el crecimiento personal. ¿Cuáles son tus metas? ¿Qué desafíos ha enfrentado o has de enfrentar? ¿Cuáles son los pequeños triunfos que has celebrado en el camino? Compartir tus propósitos puede ser inspirador para otros y crear un espacio donde todos nos sintamos apoyados.

Dínoslo ¡Te escuchamos!.

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